La importancia de un “SI”

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La palabra que más valor tiene para Dios es un pequeñísimo “SI”.

No se puede obligar a nadie a amar, Dios espera el “SI” del hombre a su Amor como una respuesta libre. Decir “NO” al amor de Dios significa vivir alejados de Èl y de su amor, escondiendose a su mirada (cf. Gn 3,1-8). Que grande misterio, Dios “respeta” el “NO” del hmbre y no impone su amor.

María dijo “SI” al Señor en el silencio de su pobreza y su humildad. En este maravilloso “SI” de María se establecieron todos los “SI” de los mártires y de los santos. La historia humana está construida sobre miles de “no” por parte de los hombres, pero la historia de la salvación está construida sobre millones de “SI” que permitieron al amor de Dios de lavar las heridas provocadas de los “no” del pecado.
El “SI” a Dios y a sus proyectos permite a la eternidad de entrar en el presente de tu hoy, de tu vida, te permite de vivir en la plenitud y en la abundancia de la Verdad, te dona el gusto de vivir.

Si, porque el “SI” que tu dices a Dios, cada día, te permite de entrar en relación con el Eterno, tu vida, tus alegrias, tus dolores entran en la dinamica de la vida divina, no son tuyos, sino de Dios, porque tu has ofrecido todo a Èl.
Piensa en el “SI” de María: ha tenído el poder de hacer entrar en el mundo la salvación. Piensa un momento en toda aquella Gracia que Dios quiere que entre en el mundo a través de tu “SI”. Una pequeña observación: en realidad, cuando se dice “NO” a Dios y a sus proyectos es porque estamos donando el “SI” a los proyectos de nuestro ego, estamos eligiendo un bienestrar más pequeño e insignificante respecto al bienestar y a los proyectos infinatemente grandes de Dios.
Hagamos un ejemplo práctico, pensemos si San Tomas de Aquino hubiera dicho “NO” a los proyectos de Dios, por convertirce en un príncipe, como pretendía su padre, y en véz de eso, el dijo “SI” a Dios y entró en la comunidad de los Hermanos Dominicanos. Todavía hoy sus estudios filosóficos y teológicos iluminanan a los grandes pensadores del mundo y de la Iglesia.

Si nostra fundadora Madre Prisca, no hubiera dicho “SI”, nosotras no hubiéramos podido estar hoy escribiendo este artículo.
Para responder SI, pensemos que el Señor nos mira a los ojos y espera la respuesta. Confiemos en su amor. Alabamos y le agradecemos a Dios por el “SI” de tantas almas generosas que han consagrado su vida por el bien de la Iglesia y porque su adhesión al proyecto de Dios ha preparado la “buena tierra” para que germine el “SI” de tantos jóvenes.