Noveno día de la Novena de Navidad, 24 de diciembre

Cum ortus fuerit sol de cœlo Videbitis Regem regum procedentem a Patre tamquam sponsum de thalamo suo.

El tiempo se ha completado, el verdadero sol, Cristo Jesús, ilumina el cielo de nuestra existencia. Él es el verdadero Rey, él es el Rey de los reyes que procede a la cabeza de la gran procesión de almas salvadas y redimidas por Él. Él amará a la humanidad y a cada persona de un grande amor, como el amor de un novio por la novia.

¡Ven Jesús! Maranatha!

Mientras lo invocamos, Él ya nos está respondiendo con la promesa que cierra el libro del Apocalipsis: “Sí. Vengo pronto “(Ap 22,20).

Cuando el sol haya salido en el cielo, veremos al Rey de los reyes proceder de su Padre como un cónyuge de su tálamo.

Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Cuando el sol haya salido en el cielo, veremos al Rey de los reyes proceder de su Padre como un cónyuge de su tálamo.

Oración
Señor y Dios nuestro, que cada año nos alegras con la fiesta esperanzadora de nuestra redención, concédenos que así como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo como redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.