Maria Asunta al Cielo

Assunta 2016 Sp

Cada año el 15 de Agosto, la Iglesia celebra la solemnidad de la Asunción de María Virgen al Cielo. Esta fiesta es particularmente importante para nosotros, Misioneras de la Divina Revelación, porque recuerda una frase que dice la Virgen de la Revelación el 12 de Abril de 1947.

De hecho la Virgen María que se aparece a Bruno Cornacchila e invitándolo a regresar en la Iglesia Católica que él combaría con tenacidad inquebrantable, Ella habla de su Asunción al Cielo: “Mi cuerpo no podía morir y no murió, no podía marchitarse y no se marchitó, porque es Inmaculada, en el éxtasis de amor divino que fui llevada por Jesús Verbo mi hijo y por los ángeles al Cielo, es así que fui llevada al trono de la misericordia divina”.

Informado de los hechos, el Papa Pio XII cree éstas palabras, y el 1° de Noviembre de 1950, con la constitución apostólica “Munificentissimus Deus”, da la solemne proclamación: “Nosotros pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de Dios que revela: “La Inmaculada Madre de Dios siempre Virgen María, terminado el curso de la vida terrena, fue asunta a la gloria celestial en alma y cuerpo”.

Hay que señalar que mientras en Lourdes, el Papa Pio IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción en 1854 y la Virgen María lo confirmo con su aparición en Lourdes en 1858 presentándose a Santa Bernadette con el título de Inmaculada Concepción; en Roma la Virgen María anticipa aquello que el Papa Pio XII proclamará en 1950.

Con la proclamación del Dogma de la Asunción de María al Cielo, la Iglesia celebra tres privilegios concedidos por Dios Padre a la Virgen María. Primero, al final de su vida no murió pero se “durmió” antes de ser asunta al Cielo como lo describen los Santos Padres; segundo, su cuerpo es libre de la corrupción porque es inmaculado, sin pecado original; tercero es asunta al Cielo y glorificada por Dios.

Santa Maria Maggiore Dormizione di Maria

Esto es nuestro destino, María ha ido antes que nosotros para mostrarnos el camino de nuestra existencia que se realizará en plenitud cuando nuestros cuerpos se transformen como el Suyo glorioso que podrá gozar la presencia de su Hijo Jesús.

¡Invoquemos a María, oremos a María porque nos ayuda a no perder nunca el camino de nuestro bendito fututo!