Los Santos nos enseñan a orar por las Almas del Purgatorio

 

Noviembre es el mes en que recordamos a las Almas del Purgatorio. La Iglesia nos llama a ofrecer oraciones o ‘sufragios’ por las Almas Santas que han muerto en la Gracia de Dios, pero que aún requieren de una purificación final antes de poder entrar en el Cielo. Incluso innumerables Santos, a lo largo de los siglos, han indicado a los fieles el rezar por estas almas como acto supremo de caridad; hacia nuestros seres queridos que han pasado de esta vida, y hacia aquella multitud de almas desconocidas que no tienen a nadie que interceda por ellos.

Al morir, las almas que no son perfectas escogen una purificación final antes de entrar al Cielo. Santa Catalina de Génova explicó que “el alma se presenta a Dios aún atada a los deseos y sufrimientos que se derivan del pecado y esto hace imposible que pueda disfrutar de la visión beatífica de Dios”. (Vita Mirabile, 177r) Por lo tanto, el alma emprende voluntariamente una purificación para que pueda alcanzar la visión beatífica en la Comunión de los Santos. El lugar de esta purificación se conoce como Purgatorio. Santa Catalina enseñó que en el purgatorio las almas tienen la inmensa alegría de saber que un día estarán con el Señor mientras que, al mismo tiempo, sufren los dolores de su purificación.

Un dulce intercambio entre el cielo y la tierra!
Las almas santas, incapaces de ayudarse a sí mismas, confían en las oraciones de la Iglesia – nuestras oraciones y sufrimientos – para acortar su tiempo de purificación y su camino hacia la bienaventuranza eterna. Santo Tomás de Aquino escribió que “las oraciones por los muertos son las más aceptables para Dios, porque los muertos tienen necesidad de ello y no pueden ayudarse a sí mismos como los vivos”.

Por un lado está la dependencia de las Almas del Purgatorio de nuestras oraciones. Las ‘‘llaves’’ del Reino están en manos de los miembros de la Iglesia que orando pueden abrir el paraíso por estas almas, lo cual construye el Reino de Dios en el cielo a medida que un mayor número de almas entran en la bienaventuranza eterna. Debemos continuar orando por ellos aunque no sepamos si todavía están en el purgatorio o si han ascendido al cielo sabiendo que, en la economía de la Salvación, el Señor distribuirá los beneficios de nuestras oraciones.

Por otro lado, Santo Tomás nos enseña que las Almas del Purgatorio pueden orar por sus seres queridos en la tierra mientras que, a menos que Dios lo permita, no conocen sus necesidades concretas. (cfr. Santo Tomás, Summa Theologiae, 1, q.89) De hecho, las almas del purgatorio son muy eficaces para ayudarnos en nuestras necesidades e intenciones. Santa Teresa de Ávila decía: “Nunca pedí gracias a las almas del purgatorio sin ser escuchada. De hecho, las gracias que no pude obtener de otros espíritus celestiales, las obtuve de las almas del purgatorio”. Hay un dulce intercambio de caridad entre el cielo y la tierra con cada parte ayudando a la otra a alcanzar la salvación. En efecto, pensando así, podemos ver que los miembros de la Iglesia están llamados a participar en la misión salvífica de Cristo, asumiendo sus sentimientos hacia estas almas santas.


No olvides rezar por los muertos.
En el siglo V, San Juan Crisóstomo destacó la importancia de la oración por los seres queridos difuntos por encima de las consideraciones funerarias habituales. Señaló que “las ceremonias externas son un alivio para la familia, pero las obras espirituales (como las oraciones) son para ayudar a las almas que las necesitan y desean”. Más recientemente, la Beata Catalina Emerick dijo que “desgraciadamente, las pobres almas del purgatorio sufren mucho por nuestra negligencia, por nuestra cómoda devoción, por la falta de entusiasmo por Dios y la salvación del prójimo…los santos del cielo no pueden cubrir la penitencia que se exige de los discípulos, y de la Iglesia militante, en la tierra. Basta con dedicar algunas oraciones o pensamientos serios a estas almas para ayudarlas”.

Un trabajo espiritual: Recordando las Almas Santas del Purgatorio
En el mes de noviembre, la Iglesia nos recuerda que debemos orar por los muertos. El Santo Sacrificio de la Misa es la manera más eficaz de ayudar a las Almas del Purgatorio a llegar al paraíso. En el siglo XII, San Bernardo de Claraval tuvo una visión mientras celebraba la Santa Misa en una iglesia de Roma, conocida hoy como Santa María Scala Coeli, de las Almas del Purgatorio subiendo por una escalera al paraíso. Esta visión pone de relieve el gran poder de la Santa Misa para aliviar a las Almas del Purgatorio.

También es posible ofrecer todo tipo de oraciones, sacrificios y buenas obras por las almas del purgatorio. Del 1 al 8 de noviembre se concede una indulgencia especial a las Almas del Purgatorio. Para obtenerla se debe visitar un cementerio y cumplir las condiciones requeridas: Comulgar, orar por las intenciones del Papa, un acto de desprendimiento de todo pecado, y la confesión sacramental. La confesión puede hacerse cualquier día entre el 1 y el 8 de noviembre, pero sólo es necesario confesarse una vez, aunque se pidan más de una indulgencia. Puede recibirse hasta una indulgencia por día.

Durante el mes de noviembre oremos particularmente por nuestros seres queridos que han muerto y pidamos a Nuestra Señora de la Misericordia que los lleve rápidamente a la felicidad eterna.