Los Tres Biancos Amores – El amor por la Eucaristía

El amor por la Eucaristía

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La celebración del Santísimo Sacramento, Rafael

El don de la Eucaristia, es el don por exelencia, el más grande don que Dios podía dar a la humanidad. Es misterio de amor, del amor de Dios que llega a esconderse bajo las especies del pan y del vino para estar siempre con nosotros. En el Evangelio de San Juan, leemos que Jesús antes de anunciar la Eucaristia, realiza dos acciónes prodigiosas: la multiplicación de los panes y los peces; y camina sobre las aguas. De esta manera Él muestra su omnipotencia divina que le permite dominar los elementos de la naturaleza y de sus leyes. También a Cana en Galilea, había transformado el agua en vino, demostrando así, que el es patrón de la sustancia.

Aquel que ha multiplicado los panes y los peces, que ha caminado sobre las aguas y que ha transformado el agua en vino, puede también transformar el pan y el vino para que se conviertan en Su cuerpo y Su sangre.

“La noche en que fue entregado…” (1 Cor 11,23); “él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13,1).

Intituyendo el Santísimo Sacramento de la Eucaristia, ese es el memorial de Su pasión y muerte, no es simple recordatorio, sino la “representación sacramental”de su sacrificio: Es el “sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos” (Ecclesia de Euc. n.11) que abarca todos los tiempos.

Cuando celebramos la Eucaristía, salimos del tiempo y donde quiera que estemos y en cualquier época que vivimos, estamos todos a los pies de la cruz, tomando parte del sacrificio de Cristo consiguiendo los fruntos de la redención.

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Este es el gran misterio de amor y se misericordia misterium fidei. la razón humana por si sola no puede comprenderlo: Por eso, Jesús quiso preparar a la humanidad para que lo recibiéra en su Cuerpo y su Sangre.

Pidamosle a María, mujer eucaristica, que creyó en las palabras del ángel en la anunciación y pronunció su “Fiat” incondicional y lleno de confianza, de ayudarnos a creer siempre en el Misterio Eucaristico, contemplandolo con sus mismos ojos de fe y de amor.