En este mes de septiembre, la liturgia conmemora el Santísimo Nombre de María y, en la hermosa ciudad de Roma, en el foro de Trajano se encuentra la majestuosa iglesia dedicada a su Santísimo Nombre.
Ante la noticia del asedio de Viena or parte de los turcos en julio de 1683, consciente de que después de Viena sería el turno de Roma, el Papa anunció un jubileo extraordinario para implorar la salvación de Dios. Hubo numerosas procesiones penitenciales y la Adoración Eucarística continua en muchas iglesias romanas; todos rezaban al Señor en oración y penitencia. Entre el 11 y el 12 de septiembre el ejército europeo, evidentemente menor en número que el turco, atacó el frente otomano mientras, dentro de las murallas de la ciudad de Viena, mujeres, ancianos y niños imploraron a través del rezo del Santo Rosario la liberación del enemigo. Las numerosas oraciones movidas por la intercesión de la Santísima Virgen María obtuvieron la gracia de Dios y la Santa Liga ganó contra el enorme ejército otomano. El Papa Inocencio XI, para agradecer a María Santísima la victoria contra los turcos, que tuvo lugar entre el 11 y el 12 de septiembre de 1683, proclamó la fiesta del Santísimo Nombre de María.
Unos años más tarde, muchos fieles manifestaron el deseo de reunirse en una cofradía para dar un honor especial a la Virgen y fue así que el Papa Inocencio XI aprobó en 1688 la Cofradía del Santísimo Nombre de María, a la que el citado pontífice, junto con el emperador de Austria, Leopoldo I, se inscribió de inmediato.
Dados los numerosos miembros de la cofradía, que hasta entonces había estado en la iglesia de Santo Stefano del Cacco, los superiores de la misma obtuvieron, hacia finales del siglo XVII, la iglesia de San Bernardo al foro Trajano que estaba casi completamente abandonada. Los trabajos de restauración comenzaron de inmediato pero los malos resultados llevaron a la cofradía a erigir directamente un nuevo edificio, confiando el diseño a Derizet en 1735.
Al entrar en la hermosa iglesia elíptica, uno se encuentra inmediatamente envuelto en la suntuosa elegancia de este espacio sagrado. Las seis capillas laterales coronan el altar mayor, diseñado por Mauro Fontana y en el que se conserva el precioso icono de madera de la Virgen María, probablemente de la escuela romana del siglo XIII. Este último estaba ubicado en el Sancta Sanctorum de Letrán y fue donado por el Papa Eugenio IV en el siglo XV a la antigua iglesia de San Bernardo. El icono está rodeado por una hermosa gloria donde los ángeles de mármol honran a la Virgen María. Encima de la imagen y rodeado de doce estrellas doradas se encuentra el hermoso monograma de María, en memoria y honor de su Santísimo Nombre. Finalmente, al final de la gloria, dos ángeles sostienen la imponente corona de oro que constituye una suntuosa terminación de todo el altar mayor.
No se puede dejar de mencionar la hermosa decoración de la cúpula. Las ocho nervaduras que la caracterizan tienen, en la parte inferior, ocho medallones de estuco, donde se narran las escenas más importantes de la vida de María. Los medallones estan enmarcados por suntuosas palmeras doradas, mezcladas con lirios y otras plantas que aluden a los atributos de la Santísima Virgen. La cúpula termina con un farol, donde se representa el triángulo rodeado de gloria, en alusión a la Santísima Trinidad. De hecho, María tiene una relación muy especial con el Dios Uno y Trino: es la Hija del Padre, la Madre del Hijo y la Esposa del Espíritu Santo.
El monograma de María aparece en numerosos otros espacios de la iglesia y de la sacristía; todo recuerda la dedicación de la Iglesia al Santísimo Nombre de María y las gracias especiales relacionadas con él. Por tanto, precisamente por su importancia, aquí se puede obtener la indulgencia plenaria diaria perpetua pro vivis et defunctis.
Confiémonos, pues, como tantos romanos antes que nosotros, a la Santísima Virgen María; llamémosla siempre en nuestra defensa y que su nombre más poderoso y adorable sea siempre de ayuda y apoyo en la vida y en la muerte.