En la Iglesia de Santa María in Vallicella en Roma, la Iglesia del la Congregación del Oratorio fundada por San Felípe Neri, entre el 1602 y el 1604, Miguel Ángel Merisi, alias el Caravaggio, alrededor de sus treinta años, la familia Vittrici le encargó de realizar un retablo de altar que tubiera como objeto representativo el quinto misterio doloroso de la oración mariana del Santo Rosario: La muerte de Jesús.
Caravaggio, representó el momento en el cual preparan a Jesús para deponerlo en el sepulcro. La preciosa tela al óleo es conocida con el nombre de “Deposición” y actualmente esta conservada en la Pinacoteca de los Museos Vaticanos. El Caravaggio describe el drama de la sepoltura de Cristo al interno de una verdadera escenografía teatral: cinco figuras, dos hombre y tres mujeres, entorno al cuerpo de Cristo, forman un solido bloc anclado sobre la piedra tumbal, que se encuentra a ángulo de frente al espectador, con referencia a la piedra que desecharon los constructores que es ahora la piedra angular del Salmo 118.
En la mujer anciana y afligida se reconoce María, la Madre de Jesús; a su izquierda, identificamos a María Magdalena con la cabeza inclinada apoyada sobre la mano en actitud de llanto; en la parte de atrás, se encuentra María de Cleofas que alza la cara y los brazos al cielo. El hombre joven que sostiene la cabeza y el torax de Cristo, es Juan el Apóstol predilecto, el hombre anciano, que sostiene las piernas de Jesús, es Nicodemo (Cf. Jn 19,39-40). En la parte de abajo, el cuerpo lastimado de Jesús, está por ser colocado dentro del sepulcro que se abre al nivel de la base de la pintura. El brillo de la blancura del cuerpo de Cristo y el blanco de la tela de lino representan el prodigioso duelo en el cual “la muerte y la vida se enfrentaron… el autor de la vida era muerto, pero ahora esta vivo y triunfa” (de la secuencia de la octava de Pascua “Victimae paschali laudes”). El triunfo de Cristo está representado por el brazo que pende y se apoya en la piedra, mientras que la mano indica con los dedos el número tres, el día de la resurrección. El brazo que pende y los tres dedos nos revelas la continuidad entre los artistas en el tiempo.
Caravaggio, se inspiró porsupuesto en la Piedad de Michelangelo Buonarroti. Realizada aproximadamente cien años antes, en 1499, Miguel Ángel Buonarroti, del cual el Caravaggio llevava el mismo nombre de bautismo, Miguel Angel, cuando tenía solo venti tres años, realizó la escultura de la Piedad, para el cardenal Jean de Bilhères Lagraulas, embajador del rey carlos VIII, durante el pontificado de Alejandro VI,. En 1749, la Piedad fue colocada en la Capilla del Crucifijo en la Basílica de San Pedro, justo donde se encuentra actualmente. El artista con tanta maestría y sabiduría supo desprender del bloc de marmol la imagen de la Madre de Dios, su rostro expresa un sufrimiento que habla de una belleza eterna y transfigurada. El rostro de María es más joven que el rostro del Hijo, porque como lo explica el mismo Miguel Angel, quien esta cerca de Dios no envejece nuna. Cristo, como Esposo que reposa en los brazos de su Esposa, venció el sueño de la muerte y la mano de su brazo derecho que cae sobre el amplio vestido de María, indica con los tres dedos el día del triunfo de la Resurrección.
He aquí la explicación con tres dedos, del misterio de la Resurrección. El velo del tiempo ha sido retirado: con la Resurrección entramos en la eternidad. He aquí la elocuencia de una imagen que expresa los contenídos de nuestra fe.