Vírgen de la Revelación en Tres Fuentes: 10 años antes

Luigina Sinapi

El 12 de abril del 1937, la vida de una mujer con una intensa vida mística, Luigina Sinapi (1916-1978) se entrelaza en algún momento con la historia de Bruno Cornacchiola.

Aquel dia Luigina Sinapi, joven catequista, lleva a las Hijas de María de su parroquial en peregrinación a la Abadía de las Tres Fuentes. Paseando en el  cercano bosque de eucaliptos, Luigina ve en una cueva los huesos que parecían restos humanos de un aborto. Los entierra, y de repente se le aparece la Virgen, que dice: «Regresaré a este lugar. Me serviré de un hombre que ahora persigue a la Iglesia, quiere matar al Papa. Ahora ve a San Pedro, encontrarás una señora, vestida así […]. Ella conducirá al hermano cardenal. Le llevarás mi mensaje. También le dirás al cardenal que pronto será el nuevo Papa».

La Sinapi fue a San Pedro y encuentra la mujer, así como ha sido descrita por la Virgen: es la marquesa Elisabetta Pacelli, hermana del cardenal Eugenio Pacelli. Gracias a la mujer, Luigina se encuentra con el cardenal Pacelli y le dice las palabras de la Virgen. El cardenal escucha con un cierto distanciamiento, respondiendo: «Si son rosas florecerán». Poco menos de dos años después, el 2 de marzo de 1939, el cardenal Pacelli sale al trono pontificio con el nombre de Pío XII.

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Cuando se difunde la noticia de la aparición de la Virgen en las Tres Fuentes, 12 de Abril de 1947, Pío XII toma una actitud de especial disponibilidad, de hecho confía al jesuita Ricardo Lombardi: «Lo sé». Por esto, el 22 de julio de 1947, hace llamar a Bruno Cornacchiola para encontrarlo en privado y hacer que se revise el mensaje. Al escuchar las palabras de la Virgen, Pío XII llora. Se confirmará la veracidad del mensaje, tanto es así que después de sólo seis meses de la aparición, el  5 de octubre de 1947, bendice la estatua de la Virgen de la Revelación en la plaza de San Pedro y en una procesión solemne la estatua es llevada, en el sedán real, hasta la Gruta de las Tres Fuentes. Para aquellos que preguntan cómo comportarse en relación con los hechos de las Tres Fuentes, el Papa respondió: «Pero, ¿Qué tenemos que decidir? ¿No hacer el bien? ¿No orar? ¿No hay arrepentimiento? ¿No celebran bodas? Y entonces, dejamos que Virgen haga aquello que nosotros no sabemos  hacer».

Virgin of Revelation 2

¡Sí, dejamos hacer  a la Virgen lo que nosotros, pobres y miserables criaturas, no sabemos por nuestra poca fe y nuestras pocas oraciones! Confiemos nuestra vida a María, con la alegría y la firme decisión de amar al Señor y a nuestros hermanos, sin ceder a compromisos y al espíritu del mundo.

¡Oremos intensamente, así hacemos al mundo con un espíritu constante de oración, que nunca falla, incluso en medio de los rumores y al estruendo de nuestra vida diaria!